Los seres humanos soportamos muy mal la soledad ya que somos animales sociales. Necesitamos interactuar con el medio y con nuestros semejantes. Existen estudios que concluyen que las personas que se aíslan socialmente experimentan tasas elevadas de cáncer, infecciones, depresión y enfermedades coronarias. En la actualidad, el mundo se conecta por medio de las redes sociales. Esa conexión no es personal. Y, a menudo, cuesta desconectar. En esos casos, hablamos de “enganche”. Casi todos los días viajo en el metro y casi todos van mirando el móvil sin descanso, ¡incluso mientras caminan! Quizás sufres de Nomofobia, un miedo irracional a estar sin el móvil. Por eso pregúntate cuántas veces al día miras el móvil, cuántas veces entras a determinadas aplicaciones…
También en una reunión o incluso en una comida de pareja se puede observar que se ignoran entre ellos mientras su atención está fija en el móvil (phubbing). Si es tu caso, pide ayuda, acude a un profesional.
Además, se ha demostrado que la luz de onda corta emitida por los dispositivos electrónicos hace que se inhiba la melatonina. Eso significa alterar el ciclo del sueño. Este fenómeno llamado vamping lo padecen millones de personas en el mundo. La melatonina juega un papel neuroprotector por lo que inhibirla o que no se secrete puede tener consecuencias. Hay investigaciones donde se ve la disminución de melatonina en pacientes que sufren Alzheimer o Parkinson. Por otro lado, también afecta a los niveles de insulina, lo que conlleva a un aumento del riesgo de obesidad o diabetes.
Así que ya sabes: desconecta. Mira el cielo, lee un libro, escucha música, juega a las cartas, pasea solo o en compañía, medita, charla con un vecino/a, con un desconocido/a o un amigo/a, juega con tu mascota, canta, pinta, cambia la decoración en casa, ordena los armarios, ve a la playa… En resumen, vive y apaga el móvil.