Desde mi infancia, me encanta sumergirme en los libros. Pasaba largos ratos veraniegos en la biblioteca de mi pueblo. Quería conocer otros mundos y aprender de ellos. De ahí que en terapia, use diferentes fuentes como las enseñanzas de Buda, del Zen, del Taoísmo y de otros grandes pensadores del mundo occidental como Aristóteles.

    Siempre me he sentido irresistiblemente atraída por la amplia cultura de Oriente. Desde su comida, su música hasta sus leyendas. En sus ancestrales proverbios subyace un gran conocimiento de vital importancia en la vida cotidiana de cualquiera persona, pero, en mi caso, también son muy útiles-casi imprescindibles-en mi vida profesional para ayudar a mis pacientes a que lo pongan en práctica.

    En la actualidad, gracias a Internet, tenemos acceso a mucha información, a mucho conocimiento pero no estamos preparados para manejarlo. Es sencillo acudir al buscador de Google y en un clic tienes respuestas para, por ejemplo, tu crisis de pareja. Sin embargo, eso sirve como tirita no como una cura real a tus problemas.

    Eso es lo que no te “enseñan” los antiguos pensadores y filósofos. Ellos promulgan que debes cuestionar y cuestionarte, hacerte preguntas y hallar tus propias respuestas. Así que reflexiona. Experimenta. Vive el presente. Acepta la vida tal cual es. Lo único que puedes cambiar es tu actitud ante ella. Toma conciencia acerca de ti y, también, acerca de los demás. De ese modo, te conocerás mejor, dejarás atrás el pasado, el estrés y la ansiedad cotidianos y lograrás “la iluminación”. Ser capaz de perdonar y de perdonarte. Así lograrás ser feliz.

TTe regalo algunas frases para que reflexiones:

«Cada día sabemos más y entendemos menos» Albert Einstein.

Una mente cerrada es como un libro cerrado, tan solo un bloque de madera”.

Cero preocupaciones; todo llega, todo cambia, todo pasa”.

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