La actual sociedad igual que las anteriores, determina unos cánones muy marcados de belleza tanto masculinos como femeninos. Continuamente los vemos en la publicidad, el cine, la televisión… invaden nuestras vidas mostrando cuerpos “perfectos”.

      Además , en la mayoría de las tiendas, los maniquíes son de talla S. Y si una persona usa más de una talla 42 se considera talla grande. Como consecuencia, la mayoría de las mujeres y mucho hombres casi siempre están a dieta y/o en el gimnasio.

      No tiene nada de malo preocuparse por nuestra salud siempre que la percepción que tenemos de nosotros mismos, lo que proyectamos sea estable. Así como nuestra autoestima. En definitiva, sentirse bien en nuestra piel, en nuestro peso. En mi opinión, un ser humano no debe catalogarse por una talla.

     Sin embargo, cuando sucede lo contrario se originan trastornos alimenticios.

     Pueden deberse a un conjunto de factores : genes, ambiente (malas relaciones personales) y estrés (dificultad para expresar nuestros sentimientos). Suelen aparecer en la adolescencia y primeros años de la edad adulta. El porcentaje de mujeres que lo sufren es mucho mayor.

  Dichos trastornos se dividen en:

-Anorexia (auto-inanición)

-Bulimia (atracón y purga)

-Atracón (voracidad)

-Rumiación

-Evitación y restricción de la ingesta

-Vigorexia (ejercicio+dieta)

-TCANE (Trastorno de la Conducta Alimentaria No Especificado)

-Ortorexia (obsesión comida saludable)

-Diabulimia (no insulina)

-Adicción a determinados alimentos

-Obesidad

     Para detectar estos casos hay que hacer caso de algunas señales físicas pero también conductuales como el uso injustificado de dietas restrictivas, estado de preocupación constante por la comida, interés exagerado en recetas de cocina, sentimiento de culpa por haber comido, comportamiento alimentario extraño (velocidad ingesta, comer derecho, etc.)

    Todos estos trastornos pueden provocar graves problemas de salud como enfermedades cardíacas y renales, depresión o ansiedad, o incluso la muerte.

   El tratamiento engloba el asesoramiento sobre nutrición, los cuidados médicos y, por supuesto, la psicoterapia (individual, de grupo y familiar). Debería prevenirse ya que la cifra va en aumento.

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