El arte, en su globalidad, es una actividad, es un gran instrumento humano que toca profundamente nuestro interior, toca el alma; modifica nuestro estado de ánimo y es muy beneficioso para nuestra salud física y mental. Surgió incluso antes que el lenguaje verbal, allá en las cavernas. Es mucho más sencillo dibujar (reflejar) que verbalizar lo que sentimos.

    Se define la arteterapia como la práctica de la terapia psicológica a través del ejercicio del arte. Puede aplicarse de forma individual o en grupos dependiendo de cada caso y/o del objetivo terapéutico y siempre bajo la atenta mirada del arteterapeuta.

   Esta disciplina surgió a partir de la Segunda Guerra Mundial para ayudar a los soldados que volvían del frente con problemas psíquicos. Más tarde, se amplió su campo de actuación. Existen diferentes asociaciones y se ha convertido en una materia universitaria.

   Se usan técnicas de pintura, escultura, coloreado, fotografía, escritura, collage, contemplación de obras artísticas, diseño, retratos y un largo etcétera. Mediante la ejecución de simples ejercicios podemos transmitir emociones, “sacar afuera” nuestros demonios personales, nuestros miedos e inseguridades, nuestro pasado así como nuestra ansiedad y estrés. También ayuda a incrementar nuestra creatividad, nuestra percepción y nuestra concentración.

   En mis talleres he podido observar cómo se crea una atmósfera de conexión entre completos desconocidos. Es algo muy sorprendente y mágico. Salen a la luz muchas emociones positivas y negativas. Pero el resultado siempre es bueno ya que nada se queda estancado ni bloqueado. Asimismo dicho resultado es muy útil para la terapia posterior.

  Destacar que la arteterapia no sólo sirve para nuestro propio crecimiento y equilibrio personal si no que nos ayuda a ampliar nuestra perspectiva acerca de todo, en definitiva, nos conduce a mejorar la gestión de nuestra inteligencia emocional.

  ¡El arte cura! ¡Busca un bloc, un lápiz y ponte a dibujar!

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