¿Conoces esta palabra? Si no es así, añádela a tu diccionario.
Te cambiará la vida.
¿Te cuesta decir que no? ¿Crees que vas a decepcionar a los demás?
¿Huyes siempre del conflicto?
¿Te sientes culpable? Si la respuesta es sí, debes plantearte un cambio.
A menudo, la familia y el entorno influyen de un modo negativo en nuestro comportamiento.
Así nos enseñan que siempre se debe complacer a los demás, por delante de nuestras necesidades. Pero eso no es saludable. Puedes cambiar. Aprende a decir que no. ¡Comienza a practicar!
Sentirse cómodo diciendo que no. Ser uno mismo. Saber lo que quiero y lo que no. Huir tanto de la pasividad como de la agresividad. Tener derecho a cometer errores, a no seguir los consejos de los demás, etc. Todo eso conlleva esfuerzo y trabajo como cualquier hábito. Los filósofos como Sócrates hablaban del concepto de coherencia, es decir, practicar lo que se predica.
La asertividad es una habilidad social, sirve para expresar nuestros deseos y opiniones de una manera clara y directa, respetando a los otros. Es saber pedir, saber negarse, negociar y ser flexible. Su práctica conduce a una reducción notable de la ansiedad.
Mejora la autoestima, favorece las emociones positivas, aumenta el número de conductas prosociales y facilita la comunicación con los demás. Es un gran paso hacia el equilibrio emocional, hacia la “ansiada” felicidad.
Os pongo un claro ejemplo: “Pides un café solo con hielo y limón, pero el camarero te pone un cortado. Una persona no asertiva se lo bebe sin decir nada, una persona asertiva llama al camarero y le dice que se ha equivocado de forma amable.”
Como ese hay miles de ejemplos en la vida cotidiana. Vive siendo asertiv@ y notarás la diferencia. ¡Prueba! ¡Al lío!