Cuando retomé mi camino en el mundo de la Psicología, quería realizar una terapia diferente, más humanista. Hallé en el estudio de diferentes corrientes como el Budismo; la filosofía oriental de Rumi; psicólogos como C. Rogers, Freud y Jung; el psiquiatra Victor Frankl… mi inspiración por así decirlo. Mi objetivo es ayudar a los demás a encontrarse, a encontrar su equilibrio dentro de este caos maravilloso que es la vida.

         Paralelamente, descubrí el amplio mundo de la musicoterapia, y, más tarde, la arteterapia y la danzaterapia. Dichas disciplinas me otorgaron herramientas valiosas y nuevas a la hora de realizar tanto una terapia individual como una grupal. Con todo ese equipaje, me lancé de lleno a esta aventura hace apenas unos meses. Y mi vida ha cambiado y sigue cambiando en la actualidad. Mi mundo se ha ampliado. Y estoy muy agradecida por ello.

       Gracias a los talleres de música y de arte, que he impartido, me conozco más y mejor como ser humano y, también, como terapeuta. Aún me sorprende el poder positivo que ejerce sobre nosotros la música, la danza y el arte. Haz la prueba ahora mismo: pon tu canción favorita y observa qué sucede en tu cuerpo.

      Además, en los talleres consigo conectar de un modo diferente a la terapia habitual. No hay barreras físicas ni mentales. La gente se relaja. Se deja llevar. Olvidan sus preocupaciones durante una hora. Se produce algo único, casi mágico en el ambiente. Al finalizar, todos se sienten más relajados y tienen una actitud más positiva. Todos exclaman que se han divertido por lo que quieren repetir la experiencia.

     Para finalizar, sólo decir que sigo aprendiendo para ofrecer lo mejor de mi como psicóloga y musicoterapeuta. Estoy aprendiendo a tocar diferentes instrumentos el xilófono, el ukelele, el teclado y los bongos. 

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